PSICOSIS COLECTIVA
Visión recurrente
Sucede en la manzana del barrio de viviendas residenciales; serán algo así como las 2 de la mañana. La mayoría de la gente duerme… pero no todos. El insomnio es solitario, sobre todo el que se alimenta de nuestras preocupaciones. Como si yo fuera un espíritu, puedo pasear de manera omnipresente y espiar a los noctámbulos en sus camas, acostados con los ojos abiertos, presas de sus soliloquios, palpando en la oscuridad cierta perturbación, cierta tribulación, cierta incertidumbre.
Epidemia psíquica
Marzo del 2020. Una pandemia se cernía sobre el mundo. Para evitar su propagación, los gobiernos del mundo nos encerraron a todos en nuestras casas, el pánico comenzó a propagarse más rápido que el virus, la gente vaciaba los supermercados, se cerraron los trabajos, los lugares públicos, hubo un confinamiento mundial. El mundo nunca volvería a ser igual. Nunca más…
Los medios de comunicación alimentaron la propagación del miedo; vivimos en la época de la sobreinformación, se dicen tantas cosas… desde que las vacunas tienen un microchip hasta que el CoVid19 es un virus creado por las élites para controlar el mundo y esclavizarnos. Sean ciertas o no estas teorías de tinte conspiracional, lo cierto es que es la primera vez que la humanidad está aturdida con tanta cantidad de información.
Cuando entras en pánico comienzas a deliberar en ese peligroso limbo de la realidad y ciertas fuerzas invisibles te notan, y algunas de ellas comienzan interesarse por ti, se hacen pasar por una forma objetiva dentro de tu mente, se alimentan de tu miedo, y así, poco a poco, te van envolviendo en un círculo vicioso de emociones, creando su propia realidad, una ilusión que crees que puedes controlar. Eso es la psicosis.
Durante el confinamiento, al conversar con las personas a mi alrededor, pude notar cómo algo comenzaba gradualmente a perturbarlos gradualmente, nuestras interacciones cada vez venían más cargadas con preguntas fatalistas “¿El mundo se va a acabar?” “¿Vamos a morir?” “¿Cuántos millones de personas matará esta peste?” “¿Habrá una cura?” “¿Y si yo muero?” “¿Cómo quedará mi familia?” Yo solo podía observarlos sin poder hacer nada. Mi visión sobre la vida y la muerte es que ambas deben ser pesadas en la misma balanza, pues tienen el mismo valor, sin embargo, fui percibiendo esas energías y contagiándome de ellas hasta que, en un momento, también yo empecé a formar parte de esa visión recurrente, acostado en la cama, despierto por las noches, teniendo que lidiar conmigo mismo.
El artista es el mediador entre lo humano y esas fuerzas invisibles, no todas tan oscuras, pero si omnipresentes y místicas; se encuentran detrás de todo lo que existe en el universo, son energía vibración y frecuencia.
Fue así que en el pequeño lugar donde vivo, con todas las restricciones económicas y ciudadanas, ya no podía pensar ni en salir, ni en adquirir material de arte para formatos grandes; así que empecé a utilizar lo que humildemente había quedado en mi casa: unas cartulinas y unas témperas. De ellas elegí el blanco, el gris y el negro. Las mismas simbolizan la vida, la enfermedad y la muerte respectivamente.
Comencé entonces a aplicar mi propia libertad en el encierro, explorando juguetonamente con las manchas y sus efectos traviesos, ¿Que podía ver en ellas? Encontraba estos rostros traviesos como el dios Loki y demoníacos, cual el diablo de la botella. Gestos disparatados, psicóticos, como las que se pueden encontrar en un cuadro del Bosco o los grabados de Goya, fueron tomando forma, adquiriendo vida, pincelada tras pincelada, mezclando negro, gris y blanco, integrando la vida, la enfermedad y la muerte.
Arte en Pandemia
La representación de estas energías, estos monstruitos, son mi aporte a una memoria colectiva durante 100 días de encierro.
Como lo mencioné antes, fueron realizados libremente, sin buscar nada concreto, dando rienda suelta al inconsciente, jugando con lo orgánico, creando asociaciones, como cuando uno ve las figuras en el test de Rorschach.
Comencé a imaginar no solo lo que venía de mi propia imaginación, sino que imaginé lo que imaginaban los demás a partir de esas angustiosas conversaciones… dando un rostro a esos monstruos, culpables de ese insomnio que a muchos les ha consumido el alma en este tiempo de pandemia. Esos bichitos que te roban la energía, los que producen las parálisis del sueño, se alimentan de la ansiedad, las sombras que trepan las oscuras paredes de la habitación nocturna se cuelan en la espina dorsal y luego en la médula, subiendo gélidamente en forma de escalofrío hacia la parte de atrás del cráneo… y nos susurran, se alimentan del miedo, el miedo a la pérdida, el miedo a la muerte. Y el miedo se ha vuelto colectivo.
Bajo el signo de Piscis, pasando a la era de Acuario
La pandemia nos ha puesto cara a cara con esa enigmática, compleja, y a veces patética, condición humana. El miedo ha sacado lo peor y lo mejor de nosotros mismos, ha revelado quién es quién, quitándonos las máscaras, nos hemos descubierto desconfiando de nosotros mismos, de la persona que tenemos al lado y de nuestros líderes. Es triste reconocerlo, pero sabemos que estos líderes se han revelado como seres sin escrúpulos, ávidos de poder, capaces de hacer cualquier cosa por mantenerse en su pedestal; ¿acaso eso no es otra especie de psicosis?
No nos está matando un virus, sino una epidemia psíquica que primero nos irá deshumanizando. Quizá lo poético de todo esto es que la propagación de una epidemia es la demostración biológica más clara de cómo todos estamos conectados, como si la humanidad fuéramos un solo cuerpo compuesto de miles de almas.
¿Pasará esta pandemia? ¿En cuanto tiempo? ¿Volveremos a nuestras vidas? ¿Qué más cambiará? ¿Cómo nos transformó esto?
No tengo respuesta a esas preguntas, y no creo que nadie las tenga, solo sé que el mundo está lleno de monstruos especialmente en muchos hogares, llenos de desesperación, de noticias tristes, de personas que se han quedado sin trabajo o, peor aún sin hogar, de aquellos que han perdido un padre o una madre, de aquellos que no tienen que comer, de esos hogares donde ocurrió un femicidio, donde un niño desapareció… Lenta, colectivamente estamos sucumbiendo a esa psicosis.
Y para esos tristes seres que nos “lideran”, solo hemos sido una cifra más, pues la “economía no puede caer”, pero ignoran la educación o la cultura, las piedras bases que dan a todo ser humano igualdad y dignidad, además de la oportunidad de comenzar de nuevo, después de asistir al colapso de la sociedad como la conocemos.